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09 abril, 2007

Viaje en metro.



Esta mañana he salido de mi casa y he entrado en el metro, una vez dentro del vagón me senté, las puertas se cierran y el tren empieza a andar. La verdad es que es bastante triste, salimos del andén y nos metemos en un túnel, al cabo de un rato aparece otro andén y volvemos a meternos en otro túnel, y siempre así.
Estoy al lado de la ventanilla, siguiendo con la mirada el recorrido de los cables, esperando que algo sea diferente, que haya cambiado o que no encaje en el lugar, sería sorprendente encontrarse una flor en el túnel del metro. De repente ya no veo nada, a lo mejor es porque me he concentrado tanto en mis pensamientos que he perdido la noción de lo que veo y empiezo a ver figuras, mi casa, caras conocidas, todo lo que me viene a la mente.
La gente entra y sale, cambian los cuerpos dentro del vagón, pero ni siquiera me doy cuenta, siempre pasa lo mismo, nadie se mira, seguro que algunas caras son las mismas si coges el metro a la misma hora, pero no me fijo, y dudo que alguien lo haga. La gente va a lo suyo, demasiados problemas, decepciones, alegrías, o quizá un libro interesante o un buen artículo en el periódico, o no se, cosas de cada uno.
De repente despierto de mi letargo, mi parada se acerca, hay una mujer sentada enfrente de mí y parece que me está mirando, pero no, mira a la persona que está de pie detrás de mí, fuera de mi visión. Después de unos segundos levanta el brazo y como un auto reflejo la llama. La persona que estaba de pie debió de verla. Le hace un gesto al mismo tiempo que se levanta diciendo: siéntate, apareció una mujer joven de unos 30 años más o menos, estaba embarazada, la miro agradecida y se sentó. Una buena persona, un buen gesto que desgraciadamente no se ve muchas veces, pero al mismo tiempo cuando lo ves, sientes que todavía hay gente generosa.
Me levanto, voy hacia la puerta y me preparo, a la siguiente bajo. El tren sigue su marcha sintiendo a la vez como va frenando, a lo lejos veo un punto de luz, el túnel desaparece dando paso al andén, el metro va bajando la marcha hasta que se para. Las puertas siguen cerradas. A través del cristal veo gente que se amontona al otro lado, tan sólo una barrera separa a los que quieren salir, de los que quieren entrar.
Las puertas se abren y salgo del vagón, detrás mío vienen los demás. Camino hacia la salida, una curva, unas escaleras mecánicas, ya estoy al lado de la caseta de pago, otra curva y las últimas escaleras. Hay viento fresco y empiezo a salir a la calle donde hay luz del Sol, aspiro hondo y sonrío, otro día más dispuesta a darlo todo.

01 abril, 2007

Tiempos desesperados


Tengo un montón de recuerdos
Que abruman mi mente,
Nostalgias pasadas,
Deseos sin cumplir.
Me apetece correr desesperada,
Huir del tiempo que dejé atrás,
Encontrar una huella marcada
Y seguir su recorrido.
Quiero ser viento y escalar montañas,
Ser brisa y nadar el mar,
Ser aire y que me respires.